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reunion literaria

15 janvier 2015

La casa de las hojas

Ma première intention pour cette note était de recopier certains passages du livre plein d'images flottantes et égarées.

"(...) leurs yeux reflétant cette magie divine qui naît là où les ligne de la perspective finissent par se rejoindre, du moins c'est ce qu'ils pensent".

J'aimerais apprendre à décrire sans lourdeur, faire sentir sans décrire. Voilà l'unique sens de mon travail, la jalousie.

De quoi parler dans nos chansons? Si elles sont l'occasion de s'exprimer, de se faire entendre par d'autres, elles sont une responsabilité tournoyante au-dessus de nos têtes. Il faut toucher et après décacheter.

Comment atteindre? En enlevant le masque visqueux des apparences, pour laisser entrevoir les monts et les plaines, l'espace ridiculeusement grand qui se trouve en dehors de nos humides caves personnelles. Je crois que je parle de liberté.

Je traverse une plage de galets de long en large, et passe devant un homme qui n'était pas là avant et qui pourtant m'attendait. je passe devant lui, ignorant son ricannement désagréable (mais pas malveillant). Les galets me rappellent qu'ils ne sont là que pour justifier ma promenade, sans eux je devrais sûrement me mettre à ricanner moi aussi. Il ne me reste plus qu'à continuer à aller de l'avant, ignorant le poids autour de mon cou cherchant à m'entraîner vers les fonds marins. Cette noirceur maternelle m'attire autant qu'elle me révulse, résume à elle seule l'anéantissement dont est capable le promeneur solitaire.

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13 janvier 2015

Cette semaine, au cours de la résidence chez

Cette semaine, au cours de la résidence chez benjamin, j'ai écris, en dehors des paroles, quelques pages à la main. Je le faisais sans envie, par obligation, par responsabilité envers ce blog. A la vas-vite, disons.

Lorsque j'ai relu ces quelques lignes, je me suis rendu compte d'à quel point c'était nul. D'une nullité crasse, des mots empilés comme des cajots de légumes à 6 heures du matin, machinalement, sans envie ni esprit. Rien. Et j'ai eu la faiblesse d'être déçu, prêt à baisser les bras à la première occasion, par orgueuil mais aussi, et c'est pire, par lâcheté.

Je ne veux pas faire de ce blog un journal intime, ce n'est pas intéressant. Je veux laisser place aux histoires.

9 janvier 2015

Más del tercer día

Vale: el tercer, cuarto y quinto días también he escrito. Más de dos horas ayer y antes se ayer (escribí dos semblanzas de rugby cada día). Las iba a colgar aquí y creo que por error he colgado una de las que ya había colgado. Así que es una pérdida de tiempo. Si tienes curiosidad por leerlas, te las mando; pero pegarlas aquí me parece una tontería. Hoy también he escrito una hora. Después de llegar a casa agotado, viajando por trabajo Santander-Oviedo-León. También un trozo de una semblanza, siento ser tan repetitivo. Tengo que ponerme al día y aún me faltan 3.

Por cierto: yo sí tengo curiosidad por leer tus letras de canciones.

He escuchado por la radio (porque ayer y hoy he conducido muchas horas y siempre llevo la radio puesta) que se cumplen 50 años de la muerte de T.S.Eliot. Me encantan algunos de los poemas de este tío. Waste land es un hallazgo. Y el poema de los coros de The Rock casi me los sé de memoria. Son un himno y una letanía para mí.

Me voy a dormir porque mañana por la mañana tengo partido. Y es muy temprano (a las 10,30h, lo que es pura madrugada para jugar a esto). Por cierto: de este partido surgirá la obligación para mí de escribir otra semblanza más.

9 janvier 2015

Tercer día

El tercer día escribí esto: 

Alcobendas Rugby, 8 – Club Atlético de Rugby, 56

Campo de rugby de la Autónoma. 14 de octubre de 2014. Caballero del partido: Adrián Chamorro.

En el partido de hoy mereció la consideración de caballero del partido uno de los más jóvenes entre nosotros: el inefable caballero Adrián Chamorro.

De veintitantos años, en buena forma, alto,  espigado y, si creemos en el equilibrio de las correspondencias, a juzgar por el bellezón que es su novia deduciremos que debe de ser guapo. Definitivamente una rareza entre los nuestros. Se ha hecho ficha por primera vez este año y venía de haber jugado poco, hace tiempo y creemos que sólo en la liga universitaria. Pero el amor al rugby y las condiciones de un auténtico caballero de nuestro deporte las tiene por arrobas. Hoy dio sobrada muestra de ello. 

Es el primer partido de liga y jugamos contra el equipo del Madrid Atleti. Por un lío índole más bien burocrática, por cosas no muy bien resueltas y no directamente deportivas, este equipo sufrió un descenso directo desde Primera Regional, donde destacaba hace pocos meses entre los equipos de cabeza, a Cuarta. Como suele ocurrir en estos casos, el equipo afrontaba su primer partido de liga en esta categoría, virtualmente muy por debajo de su nivel, enrabietados.

Tensos y dispuestos a demostrar su superioridad, salieron al campo jugando un rugby muy agresivo, en ocasiones violento y no siempre limpio. Equipo grande, bien posicionado, muy fuerte, partía de la idea de que se enfrentaban a un equipo muy inferior. Los primeros contactos con los nuestros lo desmintieron inmediatamente. Les costó más de veinte minutos marcar los primeros puntos.

En uno de los primeros rifirrafes, el caballero Piloto las tuvo tiesas con uno de sus pilieres y tuvieron que acudir a los puños para aclarar las cosas: se le ocurrió al insensato atlético agarrar del casco a nuestro vikingo, por lo que mereció y recibió un encaje de tabas directo a las muelas. Acudió enseguida a la fiesta el caballero Fray, muy atento a echar un capote, y repartió justicia con otro que se quería colar sin invitación, y no sabemos si al intruso le acoquinó más la galleta que recibió de nuestro uruguayo o la imperterritud con la que éste encajó su respuesta: nada da más miedo que un grande que encaja sin inmutarse y se guarda la respuesta.

Así se asentaron las bases del partido. Aguantamos como jabatos todo el primer tiempo, pese a nuestra inferioridad física y a la falta de rodaje que teníamos, por ser el primer partido de liga. Sólo en el segundo nos vimos un poco superados. Hubo mucha violencia por parte de los rojiblancos. No se podían creer que les plantáramos cara con un equipo de jugadores mayoritariamente veteranos, entre los que destacaba un jovencillo omnipresente, espigado, muy en forma y casi hasta guapo. Ese era Adrián.

Adri jugó de tercera línea. Saltaba la touch, y las ganaba. Era el primer apoyo en ataque, y zapaba metros  hacia la marca contraria creando siempre peligro. Era el primer placador en defensa. Estaba en todas partes. Parecía un tirillas comparado con los percherones del Atlético, pero una vez detrás de otra aparecía grapado a los tobillos, colgado de los hombros, llegando a tiempo para completar la mordida de metros de un buen ataque.

Ya mediado el segundo tiempo, se sucedieron varias jugadas especialmente violentas. Entre ellas una melé con agresión en plenas narices al caballero Pollo, que estaba de talonador, ejecutada a lo canalla, por un puñetazo lanzado desde la segunda línea.  No entramos al trapo. Jugamos y defendimos limpio. Nos guardamos el albarán. Nos teníamos que ocupar de otras urgencias: las continuas embestidas de ataque de los atléticos. Tuvimos que defender dentro de nuestra veintidós  durante muchos minutos.

 Tras una de las cargas del asedio uno de los nuestros quedó en el suelo. Aparentemente bien, sólo estaba tumbado boca abajo, con los dos antebrazos pegados al suelo. Iñaqui intentó llamar la atención a los de la banda y al árbitro, pero los contrarios se disponían a sacar un golpe de castigo a la mano, y había que defender. Todos los nuestros menos uno acudieron a defender alineados en nuestra zona de marca. Todos menos uno que seguía en el suelo, con los antebrazos apoyados y la cabeza levantada, un poco alejado de la zona desde donde se iba a sacar el balón. Era Adrián. Por fin se entendió el grito de Iñaqui: que entre un médico, que está roto. El árbitro lo oyó. Se  paró el juego.

Adri se levantó y le acompañaron a la banda. Tenía un brazo roto. No había querido soltar al jugador contrario que estaba agarrando y otro chocó contra él. Clac.

Adri lo sabía. Está roto, decía. Qué mala suerte, en el primer partido. Me voy a perder todos los partidos. Verás cuando se entere mi novia. Me va a matar, decía. Y verás cuando se lo diga a mi socio. Porque Adri es empresario. Ah, que ahora hay que decir emprendedor. Un currela, vaya. Que mala suerte, joder, decía. Y ahí estaban sus prioridades: el rugby, su novia, su socio.

Hubo que llevarle al hospital. Dartañán, que no había jugado por una pequeña lesión, le acompañó. Le intentaba animar mientas salía de la ambulancia. Rollo coach.

 

-          Interioriza el dolor, habla con él. Aprende a controlarlo.  

Nuestro coach se sentía muy satisfecho, parecía que Adrían apreciaba el consejo, que lo aplicaba. Se creció y continuó.

 

-          ¿Cuántas ocasiones crees que vas a poder vivir la experiencia de romperte un brazo?

-          Joder, de momento llevo tres.

-          ¿Qué?

-          Sí, es la tercera vez que me rompo este brazo.

-          Coño.

Por alguna razón, el rugby atrae a gente así. ¿Amantes del riesgo? No lo creo. ¿Locos, inconscientes? Al contrario. ¿Inmunes al dolor? Para nada. No es que seamos más duros que los demás, ni más resistentes. Es que estamos dispuestos a someternos al riesgo de vivir a pesar del peligro. Y qué. Preferimos no rompernos un brazo, pero somos conscientes de que en la sustancia del brazo está su posible rotura. Y aceptamos el brazo en su completa condición.

Adrián Chamorro ya está en plena recuperación. No tardaremos en volver tenerle entre nosotros. ¡Hurra por él!

7 janvier 2015

Segundo día completo.

Ingenieros Industriales, 15 – Alcobendas, 12

Campo de rugby del Indus. 19 de octubre de 2014. Caballero del partido: Hugh Jones

Segundo partido de liga y ya nos toca jugar contra el Indus. Siempre da pereza este partido, la verdad.  Y además se nos están dando muy mal últimamente. El año pasado estuvimos a punto de perder en este campo y este año perdimos del todo. Y con justicia. Recordaremos ese partido por la derrota, por el excelente juego de uno de los nuestros, y por el tremendo susto que nos dio Fray.

Destacó, sin embargo, la bravura sin par de uno de los recién llegados de este año. El galés Hugh Jones. De verdad: se apellida Jones. Al parecer no es obligatorio apellidarse así para ser galés. Pero lo prefieren: si eres galés y juegas al rugby, es mejor que te apellides Jones.

Gales y el rugby. En el año 1993 tuve la suerte de realizar una pequeña gira de rugby por Gales. Fui con el equipo cuna, el Independiente de Santander, y nos quedamos en la pequeña localidad de Laugharne. El club de rugby era el centro deportivo, social, cultural y espiritual del pueblo. Todo gira en torno a este deporte. El capitán era un apertura menudo,  amable y tímido, que había echado a perder su carrera deportiva por culpa del alcohol. Se llamaba Jeff Stevens (por eso sé que no todos los jugadores de rugby galeses se apellidan Jones). Profesionalmente era conductor de maquinaria pesada. Su vicio tampoco le había ayudado en esto. Pero luego había que verle jugar. Sus compañeros bromeaban: si queréis ver jugar a Jeff, es mejor que venga borracho; si viene sobrio, no seréis capaces de verle. Lo decían el día anterior al partido, con él delante, y él se limitaba reírse. Luego se quitaba tres dientes y se los metía en la cerveza del charlatán. Desdentado, nos miraba a los jóvenes y decía: así vas a quedar tú mañana.

Al día siguiente llegó sobrio al partido. No he vuelto a tener el privilegio de volver a jugar contra un jugador de tal categoría. Era capaz de hacer bascular a todo el equipo contrario con un solo cambio de pies. Cambiaba de velocidad tres veces en dos pasos, dirigía la defensa hacia un lado por una finta y ya había enviado el balón en dirección contraria. Un espectáculo.

Me ha recordado a este jugador el que, salvo por los excesos etílicos del bueno de Jeff, Hugh se parece muchísimo a él. De ojos claros, menudo, valiente y endiabladamente rápido. Ati acertó  al distinguirlo como mejor jugador del partido porque fue el único que mantuvo un buen nivel de juego. El único que acertó a alejar el balón de los paquidermos del Indus por velocidad. El único que consiguió escapar del hechizo de su juego lento y absorvente.

Para lo que suelen ser este tipo de partidos contra el Industriales, en el de hoy destacaron dos cosas: que hubo menos agresiones por su parte que otras veces (pero claro, es que estábamos haciendo exactamente el juego que les convenía) y que se mantuvo la emoción hasta el último segundo.

En efecto, fue en la última jugada del partido cuando el Indus marcó el ensayo de la victoria. Normalmente nosotros aguantamos el partido mucho mejor y en los últimos minutos ellos están totalmente entregados, pero esta vez pareció ser al revés. Defendemos una touch a diez metros de marca, la gana uno de los suyos saltando solo, le abrimos un pasillo de emperatriz y ensaya. Muy mal por nuestra parte.

Como el resultado no lo es todo, no quedaron en saco roto las pocas jugadas que nuestros tres cuartos pudieron elaborar. Los delanteros casi no les facilitamos balones y por eso es más meritorio aún para Hugh el haber destacado como lo hizo. Se escurrió en las pocas ocasiones que tuvo entre los mastodontes convirtiéndose en  una pesadilla.

Nuestra melé funcionó fatal en el primer tiempo y mejoró mucho cuando entró Héctor Castiello, Fray Hielo, el único delantero que mereció hoy una mención de honor. Desde que entró al campo la melé pasó a ser un dique, una muralla. Fray es grande y fuerte, pero sobre todo que coloca como pilier derecho como nadie. Su posición es como un asentamiento tectónico definitivo. De aquí no me muevo. Y ahí se queda la melé.

Los del Indus, claro, acabaron el partido encantados. El tercer tiempo fue especialmente amable. Hacía muy bueno, un perfecto domingo de mayo en pleno octubre.  Nos prepararon unas patatas a la riojana y un camión de cervezas que nos supieron a gloria.

Fray, desde el principio del tercer tiempo se sentó en una silla al solecito. De vez en cuando alguno se le acercaba y le decía, qué bien te veo Fray, qué cara de felicidad. ¿Una cerveza? No tenemos noticia de que rechazara ninguna. Pero fue un poco raro que cuando se pusieron a repartir tuppers con las patatas que habían sobrado no quisiera llevarse ninguno. No le dimos importancia. Se quedó de los últimos y al parecer un poco perjudicado, así que entre dos le acompañaron a casa. No le dimos importancia, tampoco. Por la tarde bromeamos por mensajes de teléfono, que qué tal iba, que si se le había pasado. Nada, repetía él, no es más que el típico flato. Le dimos una interpretación graciosa al tema del flato. Vale Fray, agua a sorbitos. No le dimos importancia. El martes tuvieron que llevarle al hospital. La mañana del partido había sufrido un infarto.

El susto para todos fue muy serio. Más para Fray, claro. Como hago estas semblanzas muy en diferido, ahora ya sabemos que la recuperación ha estado muy bien y que se está cuidando. Ha pasado la Navidad y ha perdido peso. No sabíamos que eso fuera posible. Ni que fuera legal. Pero a esta alturas ya hemos podido celebrar con él su recuperación.

Cuando se trata de uno de nuestros gorditos, estas cosas preocupan más porque desde Murillo y Rubens sabemos de la preferencia de Dios por los angelotes rechonchos. Para muestra bien vale la foto adjunta. Proponemos sobre ella el siguiente ejercicio de agudeza visual: ¿cuál de estos dos angelotes fue pilier durante su vida terrena?

 

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6 janvier 2015

La hora de ayer y algo de lo de hoy va en esta entrada.

Alcobendas Rugby, 8 – Club Atlético de Rugby, 56

Campo de rugby de la Autónoma. 14 de octubre de 2014. Caballero del partido: Adrián Chamorro.

En el partido de hoy mereció la consideración de caballero del partido uno de los más jóvenes entre nosotros: el inefable caballero Adrián Chamorro.

De veintitantos años, en buena forma, alto,  espigado y, si creemos en el equilibrio de las correspondencias, a juzgar por el bellezón que es su novia deduciremos que debe de ser guapo. Definitivamente una rareza entre los nuestros. Se ha hecho ficha por primera vez este año y venía de haber jugado poco, hace tiempo y creemos que sólo en la liga universitaria. Pero el amor al rugby y las condiciones de un auténtico caballero de nuestro deporte las tiene por arrobas. Hoy dio sobrada muestra de ello. 

Es el primer partido de liga y jugamos contra el equipo del Madrid Atleti. Por un lío índole más bien burocrática, por cosas no muy bien resueltas y no directamente deportivas, este equipo sufrió un descenso directo desde Primera Regional, donde destacaba hace pocos meses entre los equipos de cabeza, a Cuarta. Como suele ocurrir en estos casos, el equipo afrontaba su primer partido de liga en esta categoría, virtualmente muy por debajo de su nivel, enrabietados.

Tensos y dispuestos a demostrar su superioridad, salieron al campo jugando un rugby muy agresivo, en ocasiones violento y no siempre limpio. Equipo grande, bien posicionado, muy fuerte, partía de la idea de que se enfrentaban a un equipo muy inferior. Los primeros contactos con los nuestros lo desmintieron inmediatamente. Les costó más de veinte minutos marcar los primeros puntos.

En uno de los primeros rifirrafes, el caballero Piloto las tuvo tiesas con uno de sus pilieres y tuvieron que acudir a los puños para aclarar las cosas: se le ocurrió al insensato atlético agarrar del casco a nuestro vikingo, por lo que mereció y recibió un encaje de tabas directo a las muelas. Acudió enseguida a la fiesta el caballero Fray, muy atento a echar un capote, y repartió justicia con otro que se quería colar sin invitación, y no sabemos si al intruso le acoquinó más la galleta que recibió de nuestro uruguayo o la imperterritud con la que éste encajó su respuesta: nada da más miedo que un grande que encaja sin inmutarse y se guarda la respuesta.

Así se asentaron las bases del partido. Aguantamos como jabatos todo el primer tiempo, pese a nuestra inferioridad física y a la falta de rodaje que teníamos, por ser el primer partido de liga. Sólo en el segundo nos vimos un poco superados. Hubo mucha violencia por parte de los rojiblancos. No se podían creer que les plantáramos cara con un equipo de jugadores mayoritariamente veteranos, entre los que destacaba un jovencillo omnipresente, espigado, muy en forma y casi hasta guapo. Ese era Adrián.

Adri jugó de tercera línea. Saltaba la touch, y las ganaba. Era el primer apoyo en ataque, y zapaba metros  hacia la marca contraria creando siempre peligro. Era el primer placador en defensa. Estaba en todas partes. Parecía un tirillas comparado con los percherones del Atlético, pero una vez detrás de otra aparecía grapado a los tobillos, colgado de los hombros, llegando a tiempo para completar la mordida de metros de un buen ataque.

Ya mediado el segundo tiempo, se sucedieron varias jugadas especialmente violentas. Entre ellas una melé con agresión en plenas narices al caballero Pollo, que estaba de talonador, ejecutada a lo canalla, por un puñetazo lanzado desde la segunda línea.  No entramos al trapo. Jugamos y defendimos limpio. Nos guardamos el albarán. Nos teníamos que ocupar de otras urgencias: las continuas embestidas de ataque de los atléticos. Tuvimos que defender dentro de nuestra veintidós  durante muchos minutos.

 Tras una de las cargas del asedio uno de los nuestros quedó en el suelo. Aparentemente bien, sólo estaba tumbado boca abajo, con los dos antebrazos pegados al suelo. Iñaqui intentó llamar la atención a los de la banda y al árbitro, pero los contrarios se disponían a sacar un golpe de castigo a la mano, y había que defender. Todos los nuestros menos uno acudieron a defender alineados en nuestra zona de marca. Todos menos uno que seguía en el suelo, con los antebrazos apoyados y la cabeza levantada, un poco alejado de la zona desde donde se iba a sacar el balón. Era Adrián. Por fin se entendió el grito de Iñaqui: que entre un médico, que está roto. El árbitro lo oyó. Se  paró el juego.

Adri se levantó y le acompañaron a la banda. Tenía un brazo roto. No había querido soltar al jugador contrario que estaba agarrando y otro chocó contra él. Clac.

Adri lo sabía. Está roto, decía. Qué mala suerte, en el primer partido. Me voy a perder todos los partidos. Verás cuando se entere mi novia. Me va a matar, decía. Y verás cuando se lo diga a mi socio. Porque Adri es empresario. Ah, que ahora hay que decir emprendedor. Un currela, vaya. Que mala suerte, joder, decía. Y ahí estaban sus prioridades: el rugby, su novia, su socio.

Hubo que llevarle al hospital. Dartañán, que no había jugado por una pequeña lesión, le acompañó. Le intentaba animar mientas salía de la ambulancia. Rollo coach.

 

-          Interioriza el dolor, habla con él. Aprende a controlarlo.  

Nuestro coach se sentía muy satisfecho, parecía que Adrían apreciaba el consejo, que lo aplicaba. Se creció y continuó.

-          ¿Cuántas ocasiones crees que vas a poder vivir la experiencia de romperte un brazo?

-          Joder, de momento llevo tres.

-          ¿Qué?

-          Sí, es la tercera vez que me rompo este brazo.

-          Coño.

Por alguna razón, el rugby atrae a gente así. ¿Amantes del riesgo? No lo creo. ¿Locos, inconscientes? Al contrario. ¿Inmunes al dolor? Para nada. No es que seamos más duros que los demás, ni más resistentes. Es que estamos dispuestos a someternos al riesgo de vivir a pesar del peligro. Y qué. Preferimos no rompernos un brazo, pero somos conscientes de que en la sustancia del brazo está su posible rotura. Y aceptamos el brazo en su completa condición.

Adrián Chamorro ya está en plena recuperación. No tardaremos en volver tenerle entre nosotros. ¡Hurra por él!

5 janvier 2015

Bueno, pues aquí estoy: sumando unos minutillos a

Bueno, pues aquí estoy: sumando unos minutillos a mi asunto del día. Lamento el retraso pero desde ahora me propongo que mis aportaciones sean diarias y constantes. lamento mi incorporación tardía, Marc. Te advierto que muy raramente escribiré en este tono, puesto que no te he de escribir a ti (o no sólo a ti),, pero el despiste obliga a excusas y aclaraciones.

Tengo deudas de escritura por todas partes, por lo que en estos 42 días escribiré gran parte o todo lo que tenga que escribir, este blog. No será por tanto nada pertinente ni coherente. A veces dejaré en evidencia mis obsesiones. No me justifico, sólo aclaro.

Una curiosidad: si somos constantes llegaremos al día 42 (partiendo desde hoy) el 14 de febrero. Espero que no te figures ningún mensaje oculto por mi parte con respecto al hecho de que se trata del día de San Valentín. Puro azar. Pero nos vendrá bien que sea una fecha señalada.

Como tú ya escribiste el día 1, sugiero que te sirva de día comodín por si algún día te falta. Ya lo he empezado. Ahora tengo que pponerme a trabajar. Robaré los minutos restantes en algún momento de la tarde (es una tarde bien difícil, teniendo encuenta que es la mágica víspera de Reyes).

 

5 janvier 2015

Comment mettre en branle ma propre imagination?

Comment mettre en branle ma propre imagination?

Je sais que je n'aurai pas beaucoup de mal à décrire, à transmettre l'idée et l'esprit d'un sujet. Ou plutôt, ce travail-là ne me demandera pas un trop grand effort, puisque je suis habitué à comprendre les choses. Non, ce que je veux améliorer chez moi, c'est la capacité à faire ressentir quelque chose. Et cela passe par l'image, par quelque chose qui se trouve en dehors de la logique et du cérébral pour toucher le coeur. Cela n'a rien à voir avec la beauté, cela a à voir avec la tristesse, le pas lent, la tête légère et les yeux levés vers le ciel.

Pour activer les images: 

Les couleurs

les saisons

la chaire de poule

la faim

l'arrêt

l'accès

les odeurs de naturalia

la fermeture éclair

le regard de mamie

le besoin

le sourire du chat

le vide

sauter au dessus du soleil

la porte de sortie

l'autre côté du miroire. où est passé mon reflet?

les bras qui t'accueillent pour souffler. un repis

Mon écriture doit me ressembler. C'est moi, je ne dois pas chercher ce qui n'est pas moi

Les ténèbres

l'espoir

la peur de l'amour

croire ou ne pas être

les barrières

le bleu hanté

les bras capricieux

la quiétude que je veux mériter. qui es-tu?

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